lunes, 21 de enero de 2013

Violencia social y maltrato infantil en Argentina cómo afectaron a su crecimiento y desarrollo los cambios socioestructurales de los últimos años

Por, María Inés Bringiotti
 
 
En el presente trabajo se pretende reflexionar sobre el impacto de los cambios estructurales ocurridos en los últimos años en nuestro país y reflejados en las condiciones socioeconómicas de vida de las familias. La crisis económica, el desempleo, subempleo, trabajo femenino y del menor, la recesión, el aumento de las familias monoparentales con jefatura femenina, la falta de proyecto de vida, la violencia social, el aislamiento... son justamente variables de ajuste registradas en la bibliografía relevante como factores de riesgo para la violencia familiar y concretamente para el maltrato infantil. Se presentarán resultados obtenidos en investigaciones realizadas en el Gran Bs. As. - partido de Avellaneda - y Capital Federal,1 acerca de la incidencia del problema, las tipologías más comunes relevadas, sus factores de riesgo y zonas geográficas especialmente sensibles a la problemática. En estos momentos, a nivel mundial, el problema es abordado desde un modelo Ecológico - Ecosistémico, que incluye un conjunto de variables individuales propias de la familia - padres y niños -, inmersos en una determinada coyuntura socioeconómica y un marco cultural que define pautas y valores. Justamente la relevancia de adecuadas políticas públicas se presentan como urgentes a la hora de interrumpir el “circuito social de la marginalidad y la violencia”.


Los cambios estructurales producidos en los últimos años, en nuestro país, y reflejados en los aspectos socioeconómicos, han acrecentado de manera extrema el agravamiento de las condiciones y calidad de vida de la población. En este trabajo, quiero referirme a la problemática de la violencia familiar y concretamente al maltrato infantil para mostrar su estrecha relación con las dificultades mencionadas.

La violencia familiar y dentro de la misma, el maltrato infantil, no son de ninguna manera fenómenos novedosos. Un pasaje por la historia general, anclada en lo político, público y masculino ofrece algunas reflexiones interesantes respecto al papel jugado por la mujer y el niño. Sin embargo la penetración en la lectura desde el mundo privado, en primer lugar, y luego desde los sectores marginados - como el análisis de la historia de la mujeres y la historia de la infancia - descorren un telón sobre aspectos reales pero no visualizados de las formas de violencia, no siempre invisible, pero muchas veces negada.

Varios autores han abarcado el análisis de la situación histórica atravesada por la infancia Ariés P. (1979, 85), Lloyds de Mausse (1982), Pollok L. (1990), Badinter E. (1992), por mencionar a los más destacados. Existen además un conjunto de artículos históricos relativos a papel desempeñado por el menor en el mercado laboral.

Tomemos a Lloyds de Mausse y veamos cómo ilustra el pasaje de la situación del niño en la historia a través de una serie de etapas consecutivas. El Infanticidio - Antigüedad a siglo IV -; Abandono - siglo IV a siglo XIII -; Ambivalencia - siglo XIV a siglo XVII -; Intrusión - siglo XVIII -; Socialización - siglo XIX a mediados del siglo XX - y Ayuda - comienza a mediados del siglo XX hasta nuestros días (p. 88/89). Este devenir histórico muestra a través de las fuentes de documentación pertinentes, cómo el niño, fue atravesando un proceso de diferenciación individual, social y legal, hasta transformarse en un sujeto de derecho.

Por otra parte, los estudios de género, al plantear una situación similar acerca de la sumisión o dependencia femenina en los aspectos económicos, intelectuales y sexuales han mostrado su estrecha relación con lo ocurrido con la infancia. (A. M. Fernandez, 1994).

La reflexión sobre el rol femenino ha abierto un debate profundo sobre la “naturalidad” o “construcción” del maternaje, permitiendo ilustrar sobre formas de crianza y apego/ desapego generalmente inadecuadas para el niño. (Badinter E.,1991).

La aparición lenta y dificultosa de los conceptos o representaciones sobre “mujer”/ “femenino” e “infancia”/ “niño” y sus luchas en la búsqueda de reconocimientos sociales y legales, han estado directamente asociados a los cambios también lentos y trabajosos producidos en el seno de la sociedad , muchas veces paralelos a modificaciones profundas en el plano económico, como la revolución industrial, la necesidad del trabajo femenino e infantil, y otras como resultados de reivindicaciones surgidas de las luchas de sectores más progresistas.

Es necesario recorrer el camino propuesto, en tanto, el acercamiento a estos datos histó-rico sociales permite vislumbrar una mejora en la situación de ambos sectores, y registrar el porqué de los cambios producidos, sin embargo, estos progresos se ven cada vez más amenazados por otra serie de factores que se han acrecentado en los últimos años, en nuestro país.

La búsqueda de nuevos marcos teóricos de análisis, la necesidad de respuestas prontas y la generación de alternativas creativas se palntean hoy como urgentes.

A continuación me detendré en el análisis de la problemática del maltrato infantil y de sus factores de riesgo, para pasar a continuación a relacionarlos con la actual coyuntura socioeconómica argentina.


Violencia al menor: el maltrato infantil
Con un objetivo práctico, que oriente el abordaje de este problema, se define al maltrato infantil como cualquier acción u omisión cometida por un adulto responsable del niño, con un carácter habitual y no accidental y, que pone en riesgo la vida o produce enfermedad en el mismo. (Gizalan, 1992)


Pensemos hasta dónde estaban avalados los castigos físicos al niño, ya sea como supuesta norma educativa, o cómo descarga de las tensiones de los adultos responsables, o aún como manera de detentar la autoridad, que el mismo quedaba oculto bajo la forma de accidente cuando el niño requería ayuda médica.

A partir del siglo XVIII, cuando la situación del menor comienza a mejorar, disminuye el derecho paterno para cometer excesos que lo lleven a la muerte o al abandono. Sin embargo es aquí cuando el maltrato se transforma en “accidente”.

En 1853, Toulmuche, médico forense francés describe por primera vez lesiones asimilables a lo que hoy llamamos maltrato físico, registrando 18 muertes sobre 32 casos analizados. Pero, apenas unos años antes, en 1848, la Revolución Industrial, cobró numerosas víctimas menores de edad y recién en 1885 se abren los primeros hospitales pediátricos en Londres y París.

En Estados Unidos, en 1874, una visitadora social, habiendo registrado el caso de una niña ilegítima de nueve años, Mary Ellen, sometida a graves abusos físicos y negligencia, debió denunciarlo ante la Sociedad Americana para la prevención del maltrato a los animales, creada mucho antes que cualquier asociación dedicada a la protección de la infancia. El argumento utilizado fue que al menos requería tanta protección como un perro y sobre esa base se ganó un proceso judicial que implicó el reconocimiento oficial de una situación de maltrato infantil.

Pese a algunos hitos, como la redacción en 1923 de la Declaración de los Derechos del Niño y su posterior aprobación por la ONU en 1959, debieron pasar casi 100 años para que, Kempe y Silverman, en 1962, presentaran en la Sociedad Americana de Pediatría un estudio de 302 niños maltratados, de los cuales 33 fallecieron y 85 quedaron con lesiones permanentes. Allí se menciona por primera vez el síndrome del niño apaleado, traducido como niño maltratado y asociado inicialmente como sinónimo del maltrato físico. Posteriormente en 1971 se incluye el maltrato emocional y pese a la antigüedad del tema, recién se comienza a tipificar al abuso sexual.

Es decir, que la primera forma de maltrato registrada es el maltrato físico, posteriormente se mencionan al maltrato y abandono emocional, el abandono físico y el abuso sexual. Estas cinco formas, originalmente, orientaban el abordaje de la violencia al menor y se adjudicaba su ocurrencia exclusivamente al ámbito familiar. En la década del 70 se incluye la responsabilidad social por tales situaciones.

La tipificación del maltrato infantil, actualmente excede el ámbito exclusivamente familiar y las cinco formas mencionadas.
En los últimos años, las asociaciones del primer y tercer mundo dedicadas a la prevención , investigación y tratamiento del maltrato infantil explicitan la existencia de las siguientes formas:
-Maltrato físico
-Abandono físico
-Maltrato emocional
-Abandono emocional
-Abuso sexual
-Explotación laboral
-Corrupción
-Mendicidad
-Participación del menor en acciones delictivas intra/ extrafamiliares
-Maltrato prenatal
-Síndrome de Munchaüssen (Gizalan, 1992)
-Adopción maligna
-Secuestro y sustitución de identidad (Argentina, 1990).
Las complejas situaciones y los cambios sociales producirán, sin duda, la detecciön y registros de nuevas formas. Al mismo tiempo se plantean, como formas de maltrato en perjuicio del menor, las ocurridas en los ámbitos institucionales, como educativo, sanitario y judicial, que producen la victimización del menor.

El abordaje de estas situaciones, plantea diversas líneas teóricas de análisis, desde lo macroestructural hasta lo privado familiar. El modelo teórico - explicativo que guía los planteos investigativos, la prevención y las diferentes modalidades de tratamiento aplicados posee una aceptación casi universal por la amplitud de variables incluidas en el mismo. Se trata del Modelo Ecológico- Ecosistémico, planteado por Belsky en 1980 y ajustado a los diferentes cambio ocurridos a nivel individual, familiar, social y cultural.

Este modelo integrativo, ha permitido superar la existencia de anteriores modelos explicativos unicausales, en los cuales el acento se colocaba alternativamente en lo social, o en lo psicológico ,o en lo individual.

Señalaremos brevemente las variables asociadas a la ocurrencia del maltrato y que se traducen operativamente como Factores de Riesgo ya que favorecen su aparición o agravamiento. pero de ninguna manera se interpretan como de “causalidad” estricta. La “causa” sería justamente la multiplicidad de factores de riesgo que veremos a continuación y que se articulan y potencian entre sí.

Desde el modelo sociológico, se plantea un nivel macrosocial - clase social, situación laboral, estado civil - y un nivel microsocial - soporte social, ajuste marital, stress y constitución familiar como número de hijos y espacio intergenésico.

El modelo psicológico - psiquiátrico aporta características de personalidad como depresión, ansiedad, baja autoestima, alto grado de impulsividad, déficit en la capacidad empática y, características de la historia personal como haber sufrido maltrato en su propia infancia o presentar un déficit en las estrategias de enfrentamiento de los problemas.

Posteriormente, los estudios provenientes de área pediátrica - neonatológica, referidos a la importancia del desarrollo de un vínculo temprano afectivo entre madre - hijo, permitieron plantear una serie de factores de riesgo presentes en el niño, sin que esto implique de ninguna manera la culpabilización del menor. El mayor número de malos tratos y abandono ocurría en los niños prematuros, atípicos, con dificultades físicas y/o psíquicas, productos muchas veces de embarazos no deseados, embarazos adolescentes o madres solas y aquellos niños considerados difíciles por sus propios padres debido a sus características.

La articulación de las diferentes variables de análisis presentadas en los modelos mencionados, dio lugar a la configuración del Modelo Ecológico Ecosistémico de Belsky, que articula el nivel individual - el niño y sus características, y los padres con su historia personal -, con el nivel social - la familia inmersa en un sistema productivo, con redes de apoyo deficitarias, un alto número de hijos con escaso espacio intergenésico ó a familias monoparentales -, todo ellos articulado en un nivel cultural - con determinados patrones de tolerancia a la violencia, pautas de educación, roles genéricos estereotipados - que enmarcan un estilo de familia.

Las variables mencionadas, presentan una adecuada diversidad que ha permitido sostener eficazmente este modelo en diferentes paises y contextos socioculturales, detectando una uniformidad en los factores de riesgo que facilitó el planteo de medidas de prevención y asistencia, que han podido funcionar desde el punto de vista de un conocimiento probado. Queda un factor fundamental, para analizar, el de las adecuadas política públicas y sociales que acompañen a estos conocimientos o lo tomen como base para sus decisiones.

Los cambios ocurridos en los ultimos años en la estructura socioeconomica argentina como factor de riesgo para la ocurrencia del maltrato infantil.
Si tomamos en cuenta los factores de riesgo mencionados en el modelo Ecológico - Ecosistémico y nos detenemos en los cambios ocurridos en el ámbito familiar/ contexto demográfico podemos extraer importantes aspectos para analizar.

Ciertas tendencias sociodemográficas han incidido en las transformaciones de la familia a lo largo del siglo XX. El incremento de la expectativa de vida, aumenta la duración potencial del matrimonio, se potencializa entonces la posibilidad que la separación y el divorcio sean las nuevas formas de finalización de un vínculo, antes que la viudez .Esto lleva al aumento de familias monoparentales. La crisis económica incide en la formación de nuevos hogares, se comparte la vivienda, el terreno y los espacios produciendo hacinamiento. La mayor perspectiva de vida de la mujer aumenta el número de hogares con jefas mujeres. ...sin adecuadas intervenciones externas esta estructura social transmite y aumenta los patrones de desigualdad existentes.. una serie de problemas sociales (como) embarazos adolescentes, abandono escolar, desempleo juvenil, chicos de la calle, y violencia doméstica (Jelín E. p. 41/42).

El riesgo juvenil existe en todas las clases sociales, sin embargo, la pobreza aumenta la vulnerabilidad al contar con menos recursos frente a estos riesgos,...la familia buena o mala es parte de un contexto social más amplio.(Jelín, op.cit. p.42)

Siguiendo el planteo de Geldstein, vemos que “la crisis recesiva que distorsionó el mercado laboral, afectó también la vida familiar de los sectores populares, potenciando un fenómeno preexistente asociado a factores culturales y, a la pobreza estructural: la formación de familias no tradicionales.” Los hogares con mujeres proveedoras se observan en los habitados por familias vulnerables como las que están en crisis, las que tienen jefatura femenina y las familias reconstituidas. (Goldstein R. p.145). Los datos aportados por la autora nos muestran que en los hogares de bajos ingresos, con una principal proveedora mujer, el 42% son jefas del hogar y único sostén económico. A su vez el 43% de los hogares que tienen una proveedora mujer son monoparentales - 32% madres sólas con sus hijos y el 11% con otros miembros familiares -.y cerca del 40% tienen hijos menores de 7 años. La mayoría son trabajadoras domésticas o con trabajos en “negro” o a destajo, donde lo extradoméstico y doméstico ocupa todo su tiempo, asi, los hijos de mayor edad deben colaboran en el cuidado de los más pequeños y las tareas hogareñas.

La influencia de diversos factores como embarazos adolescentes ó madres jóvenes sin experiencia, familias monoparentales como las mencionadas, problemas económicos para el sostenimiento del hogar, debilitamiento de los lazos sociales, el stress producido por el conjunto de situaciones anteriores, se ven reflejadas en la calidad de vida familiar y concretamente en los niños , en su acceso a la salud y la educación -.

La violencia social sufrida por estos sectores se traslada a una violencia que ocurre en el ámbito privado/ familiar y se extiende a diferentes miembros - la mujer, la pareja entre sí, los chicos, los ancianos - conformando la instalación de un ciclo de la violencia que de no mediar alguna interrupción se repetirá en los futuros hijos - transmisión intergeneracional del maltrato. (De Paul y Arruaberrena, 1994).

El adulto golpeador, ha sido en la mayoría de los casos un niño golpeado. Las investigaciones señalan que las víctimas y aún testigos de violencia familiar suelen presentar una serie de trastornos derivados de un paulatino descenso de sus defensas físicas y psíquicas con el consiguiente aumento de enfermedades psicosomáticas: reducción del rendimiento intelectual - problemas de aprendizaje y concentración - y, problemas de conducta escolares y sociales.


Maltrato infantil: Situación en capital federal y gran Buenos AiresLos datos que se presentan a continuación son el resultados de investigaciones epidemiológicas consecutivas realizadas en el Gran Bs. As. - partido de Avellaneda - y Capital Federal, entre 1993 y 1996, dentro del Programa de Investigación en Infancia Maltratada que funciona en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.


Ambas investigaciones tenían como objetivos:
-Detectar el número de casos potenciales para cada tipo de maltrato infantil y de los casos que presenten coocurrencia de diferentes tipos.
-Discriminar entre los casos potenciales de maltrato infantil aquellos en los que existe evidencia de los de sospecha.
-Determinar la relación con edad, sexo, distrito escolar, tipologías y factores de riesgo asociados a la ocurrencia del mismo.
La primera etapa realizada en Avellaneda seleccionó una muestra representativa de 72 instituciones escolares, cubriendo los niveles de guarderías maternales, nivel inicial y primaria, en las diferentes jurisdicciones - provincial, municipal y privada - y los niveles de riesgo - bajo, mediano y alto -.

Hemos obtenido el registro de 1861 ocurrencias de malos tratos para 1237 chicos, en la muestra representativa, ya que en 284 casos ocurrían más de un tipo de maltrato, con una incidencia de 1.5 tipo de maltrato por menor. Según los datos censales, la población infantil de 1 a 13 años en Avellaneda ascendía a 77.851. y la muestra representativa cubría alrededor del 10% de las instituciones escolares.

En Capital Federal se cubrió el 48% de los distritos escolares y el 9.5% del total de escuelas de nivel inicial y primario dependientes de la Secretaría de la MCBA, faltando cubrir, por dificultades presupuestarias el nivel privado, dado el alto número de escuelas existentes en ambos sectores - público y privado -.

Se han detectado 1969 situaciones de malos tratos para 1165 menores , con una incidencia de 1.6 tipo de maltrato por chico.
Según la tipología detectada observamos para Avellaneda y Capital Federal respectivamente:
-Maltrato físico   15.0% y 18.2%
-Abandono físico    40.0% y 32.4%
-Abuso sexual   1.4% y 1.3%
-Maltrato emocional   20.0% y 23.4%
-Mendicidad   1.8% y 5.0%
-Trabajo del menor   10.0% y 11.5%
-Conductas delictivas fliares   1.7% y 0.5%
-Falta de control parental   16.0% y 10.7%
Podemos realizar algunas reflexiones acerca de las tipologías observadas. El abandono físico, incluía muchos casos, de aquellos denominados, en la bibliografía relevante como pseudoabandonadores-familias o sujetos en grave crisis económica, con necesidades básicas insatisfechas y no incluídos en programas públicos que permitan paliar esta situación. Cuando la crisis recesiva incide sobre las familias, aumentan numericamente los casos de chicos abandonados fisicamente - déficit en alimentación, salud, vestimenta, educación...

Los bajos porcentajes de abuso sexual detectados responden al ocultamiento del mismo, observable en casi todos los paises en los que se realizaron estudios de este tipo.

Respecto a actividades del menor asociadas a problemáticas familiares que llevan a la búsqueda de alternativas para el sustento de la misma, encontramos, mendicidad, trabajo del menor y acciones delictivas, que alcanzan al 16,7% de los casos detectados para Avellaneda y al 13,8% en Capital Federal.

Las mayores dificultades han sido detectadas en las zonas de más alto riesgo como Dock Sur e Isla Maciel y en Capital Federal en los distritos escolares ubicados en la periferia de la misma. Estos reciben un alto porcentaje - alrededor de un 25% de población infantil con residencia permanente en provincia y de sectores poblacionales pertenecientes a niveles socioeconómicos más paupérrimos y con alta migración.

En todos ellos es posible observar la presencia de dificultades asociadas directamente a la creciente pauperización y recesión económica, hogares de familias numerosas, con hacinamiento, problemas de desocupación, subocupación, con mujeres a cargo de los mismos, y falta de recursos económicos y estratégicos para enfrentar los problemas que se les presentan cotidianamente.

Se realizó especialmente, un análisis de los factores de riesgo presentes en las familias cuyos hijos fueron detectados como maltratados.

Según los datos obtenidos en Avellaneda y Capital Federal, los mismos se posicionan , respectivamente de la siguiente manera:
AVELLANEDA y CAP. FEDERAL
1. Problemas económicos graves   56.0%y52.5%
2. Desempleo   47.8%y50.0%
3. Bajo nivel cultural de los padres   60.0%y44.5%
4. Aislamiento social   45.0%y23.0%
5. Familia monoparental   42.0%y24.3%
6. Hacinamiento y promiscuidad   41.0%y15.0%
7. Alcoholismo   30.5%y18.9%
8. Nro de hijos (más de 4 hijos)   30.0%y12.0%
9. Violencia conyugal   15.0%
10. Padres maltratados en su infancia.   15.0%
11.Problemas psíquicos de los padres   12.5%y11.4%
12. Atraso mental/adicciones   3.5%y3.7%
Los factores de riesgo presentados corresponden al 68% de los casos de menores maltratados detectados, sobre cuyas familias los docentes poseían información.

Vemos que los mismos, se encuentran directamente asociados, según los modelos teóricos presentados, a la ocurrencia del maltrato. Al mismo tiempo, ofrecen un amplio espectro de situaciones directamente asociadas a la actual coyuntura socioeconómica - desempleo, subocupación, recesión, bajo nivel de calificación educativa, familias monoparentales. - que nos permiten reflexionar sobre la incidencia que esta contextualización puede tener sobre la vida de las familias inmersas en ella.

Se podría esperar una continuidad en el circuito social de la marginalidad y la violencia familiar de no plantearse, interrupciones al mismo desde diferentes sectores sociales involucrados.

Quisiera, finalmente, ejemplificar esta última consideración, en base a una serie de datos obtenidos en las investigaciones y relativos al menor y su desempeño escolar. En la indagación realizada en Capital Federal se preguntó especialmente si los menores maltratados presentaban problemas en su escolarización, como atraso o repitencia.

El 42.3% de los chicos detectados tenían dificultades de este tipo, el 37.2% a criterio de las docentes no ofrecían tal problema y en el 20.5% de los casos, el docente, lo “ignoraba”.

Frente a esta situación, cabía preguntar, ¿qué se hacía? Si éstos recibían algún tipo de ayuda.

Ello ocurría en el 32% de los chicos maltratados que presentaban problemas escolares, el 46% no recibía ningún tipo de apoyo y nuevamente se “ignoraba” lo ocurrido en el 22% de los mismos.

La situación de estos menores, víctimas de malos tratos, se ve agravada por su desventajosa posibilidad de acceder a un adecuado servicio de salud y a una equitativa educación. La situación de violencia familiar, muchas veces resultado de la violencia social que sufre la familia, al mismo tiempo mantiene al menor en una situación básica de carencia y desprotección, que lleva inevitablemente a la repetición del circuito de maltrato y marginalidad. Hoy, este niño, es el futuro adulto que engrosará ese sistema de marginación - trabajo no calificado, deficientes estrategias para enfrentar y resolver los conflictos, hombre golpeador, mujer violentada, padres maltratadores -.

La concreta situación de violencia familiar - aún con sus componentes individuales y psicológicos propios de las personalidades involucradas en el conflicto- se presenta en estos momentos como un ejemplo de las consecuencias que conlleva el agravamiento de las condiciones socioeconómicas de la población.

Tengamos en cuenta que si bién, las investigaciones realizadas, muestran la particular situación desfavorable de los sectores más paupérrimos de la población, muchos de los factores mencionados influyen sobre otros sectores sociales. Me refiero, concretamente a aquellos en los cuales, las necesidades básicas están satisfechas, y se cuenta aún con ciertas fomas de acceso a la cultura y la recreación; en éstos la lucha por mantenerse en el lugar de pertenencia lleva también a una serie de desajustes en la supuesta armonía familiar. Se pueden observar formas de abandono emocional, largos períodos en que el niño se encuentra sin la vigilancia de un adulto responsable, con un exceso de actividades que lo preparen para un futuro incierto y permitan tenerlos ubicados durante la ausencia de los padres, sustitución de cosas materiales en compensación del tiempo efectivo dedicado al niño...

Los modelos teóricos asumidos por los profesionales abocados al abordaje de la problemática de la violencia familiar, permiten articular una completa red de factores sociales, psicológicos, culturales e individuales, que enriquecen la compresión del mismo.

Las investigaciones realizadas aportan datos actualizados sobre problemas que conocemos, sin embargo, el papel de las políticas públicas y sociales resulta imprescindible en el desarrollo de estrategias de intervención que permitan desarticular la transmisión “intergeneracional” del “circuito de la violencia”. De hecho, muchos programas implementados, como el del País Vasco, -que sirvió de base a nuestros abordajes de Tratamiento y Rehabilitación de Familias Maltratadoras-, asegura un subsidio, durante el período que transcurre el tratamiento para la satisfacción de las necesidades básicas y garantizar la eficacia del mismo, además de garantizar un tiempo prudencial de seguimiento a estas familias para favorecer su inserción social y laboral. De ninguna manera se interpretan como suficientes las distintas técnicas psicoterapeúticas especializadas en el tema, sin una adecuada contextualización social de las familias maltratantes.


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