miércoles, 22 de agosto de 2012

Cometió un triple crimen y le dan salidas para hacer teatro.

En 1997 violó, torturó y asesinó a 3 chicas en Cipolletti. Está preso en un penal de Río Gallegos y un juez le dio salidas “culturales”. La Fiscalía se opuso porque los peritos lo consideran “muy peligroso”.

En 2001, un tribunal había encontrado a Claudio Kielmasz culpable de violar, mutilar y asesinar a las jóvenes Paula y María Emilia González y Verónica Villar. Por aquel hecho ocurrido en 1997, conocido como el “triple crimen de Cipolletti” (ciudad rionegrina donde se cometió), lo condenaron a prisión perpetua.

Pero ahora, recuperó temporariamente la libertad: un juez lo benefició con salidas “culturales”del Penal Federal 15 de Río Gallegos, donde cumple condena.

Hasta ahora se confirmó que los permisos a Kielmasz fueron dos y se los dieron por integrar un grupo de teatro al que se sumó meses atrás y que funciona en ese penal santacruceño. Pero este beneficio desató una polémica judicial y enfrentó a quien lo concedió, el juez de Ejecución Penal de General Roca, Juan Pablo Chirinos, con el fiscal de Cámara de esa ciudad, Edgardo Rodríguez Trejo.

El fiscal fundamenta su rechazo en las opiniones de especialistas en psicología criminal que definen a Kielmasz como un “peligroso psicópata” capaz de reincidir en cualquier momento.

Para Chirinos, que se encuentra de licencia y no hizo declaraciones, las salidas de Kielmasz se enmarcan dentro del proceso de readaptación social que estipula el sistema judicial.

Pero el propio Chirinos, en 2010, le había negado a Kielmasz salidas transitorias del penal U9 de Neuquén –donde se encontraba entonces– haciendo caso a la opinión de los peritos psiquiátricos que lo definieron al recluso como un psicópata irrecuperable . No obstante, el magistrado había adelantado en ese fallo que esto no implicaba “que a futuro se tome la misma medida”.

“Cinco profesionales de la salud mental que venimos de distintas escuelas, que no trabajamos juntos ni nos conocemos, opinamos muy parecido acerca de Kielmasz. Es alguien muy peligroso, que tiene grandes posibilidades de reincidir y que tiene, además, un profundo odio hacia las mujeres, un odio que comienza en una conflictiva relación con su madre. Pero no es un odio exaltado sino frío, meticuloso y planificado”, le dijo a Clarín el psiquiatra Luis Digiacomo, quien entrevistó a Kielmasz para establecer su estado mental. “Hay una extrema peligrosidad en él y altísimas posibilidades de reincidencia”, remarcó el especialista.

Claudio Kielmasz terminó preso por matar y torturar a Paula (17) y María Emilia González (24) y Verónica Villar (22) en 1997 (ver Un caso ...) cuando tenía 24 años. Pero según fuentes judiciales y forenses, sus problemas con la ley empezaron cuando tenía 12 años: baleó la casa de unos compañeritos que no quisieron ir con él a jugar. Pocos años después, sedujo y raptó a una chica en La Plata. En 1993, a los 20 años, habría matado a Janet Opazo –y herido a una amiga de esta–, caso irresuelto que lo tiene como principal sospechoso .

“Nos oponemos terminantemente a que este individuo salga del penal".

No sólo es algo que pensamos nosotros por motivos obvios: un grupo de profesionales dictaminó que es un peligro para toda la comunidad”, le indicó a Clarín Ulises González, padre de Paula y María Emilia, dos de las tres chicas que Kielmasz mató en Cipolletti.
La última solicitud de salida fue para participar de un encuentro de teatro que se realiza por estas horas en un complejo cultural de Río Gallegos. La oposición del fiscal Trejo y de la familia González, la frenaron.

“Son salidas puntuales, excepcionales y no tienen ningún componente político".

Además, sale fuertemente custodiado”, le aseguró a Clarín María Gadano, secretaria del Juzgado Penal Número 10 de General Roca que preside Chirinos. La Cámara Criminal Segunda de Roca, sin embargo, resolvió que, de aquí en adelante, Chirinos deberá informar de todas las salidas de Kielmasz y, en cada caso, deberá pedir la opinión a los especialistas para determinar si es aconsejable que abandone la prisión.

El Caso:
  • TRES CUERPOS. El domingo 9 de noviembre de 1997, las hermanas María Emilia (24) y Paula González (16) salieron a caminar con su amiga Verónica Villar (22) por las afueras de Cipolletti y desaparecieron. Sus cadáveres fueron encontrados dos días después por la perra de un vecino, junto a unas vías de tren. A las hermanas González les habían disparado, mientras que Verónica Villar murió por asfixia.
  • PASOS EN FALSO. Guiado por la Policía, el juez Pablo Iribarren ordenó la detención de tres marginales. A los 15 días tuvo que liberarlos: los incriminaron con pruebas falsas. Se abrieron causas paralelas, para investigar si la Policía había actuado con negligencia o con la intención de encubrir.
  • PRIMER DETENIDO. A fines de diciembre de 1997, un joven llamado Claudio Kielmasz se acercó a la familia González con la intención de entregar datos a cambio de una recompensa. Dio información y entregó la pistola con la que habían sido asesinadas las hermanas González. Luego se descubrió que el arma era de su madre y quedó preso.
  • SEGUNDO DETENIDO. Siete meses después, el juez llegó hasta Guillermo González Pino, un revendedor de autos. Lo incriminó su ex mujer: dijo que, en la noche del crimen, lo había visto con la ropa ensangrentada y contando plata.
  • EL JUICIO. El 27 de marzo empezó el juicio. Declararon más de 80 testigos, frente al escepticismo de las familias de las víctimas: creen que hubo más gente involucrada.
  • ACUSACION. El 19 de junio el fiscal Eduardo Scilipotti pidió reclusión perpetua para Kielmasz y González Pino. Los acusó de homicidio agravado por ensañamiento, ya que consideró que torturaron a las jóvenes. Su hipótesis: que las asesinaron por error, cuando buscaban a otras chicas para vengarse por un tema de drogas. Y que las torturaron para que dijeran algo que no sabían.

Fuente: Clarin

Los presos que trabajan ganan más que una jubilación mínima.
La presidenta Cristina Kirchner reveló anteayer que los reclusos que trabajan en las cárceles perciben un salario de 2300 pesos, equivalente al actual salario mínimo, vital y móvil, y un monto superior a la jubilación mínima, que el 1° de septiembre aumentará a 1924 pesos.
El dato lo dio a conocer en medio de la controversia originada por las salidas de los presos de los penales federales para actividades culturales que terminaron en actos con tinte político de agrupaciones kirchneristas.
"Hoy el salario mínimo, vital y móvil es de 2300 pesos, es el mismo que cobran los presos que trabajan en las cárceles. Y quédense tranquilos que no hemos traído a ningún convicto, por ahí hay algún procesado, pero no sé si nos corresponde", dijo la primera mandataria.
Pretendió ser una referencia sarcástica hacia el jefe del gobierno porteño, Mauricio Macri, procesado en la causa de escuchas ilegales, que también estaba presente durante el acto de celebración del 158 aniversario de la Bolsa de Comercio.
"Pero bueno -agregó la Presidenta-, es lo que pagamos y el haber jubilatorio es de 1687 pesos." Luego anunció el aumento del 11,42% de las jubilaciones a partir del mes próximo. Así, la mínima quedará en 1924 pesos.

Lo que dice la ley

Consultadas por LA NACION altas fuentes oficiales del Ministerio de Justicia, que dirige Julio Alak, confirmaron que ese sueldo lo perciben los presos que trabajan dentro de los penales, tal como prevé la ley 24.600, de ejecución de penas privativas de la libertad.
En el artículo 120, se establece que ese ingreso no puede ser inferior a las tres cuartas partes del salario mínimo, vital y móvil, y se regirán por la legislación laboral en vigor por una jornada de ocho horas. En el 121 ordena que ese sueldo se distribuya de esta manera:
  • 10% para indemnizar los daños y perjuicios causados por el delito, según lo que disponga la sentencia judicial.
  • 35% para la prestación de alimentos, según el Código Civil.
  • 25% para costear los gastos que causare en el establecimiento.
  • 30% para formar un fondo propio que se le entregará a su salida del penal.

Según fuentes cercanas a Alak, el 70% de los presos trabaja y el otro 30% elige no hacerlo.

Deducidos los aportes, al recluso le quedan unos 1800 pesos, de los cuales el 70% se deposita en una cuenta del Banco Hipotecario para su familia. El 30% queda a disposición del recluso para sus gastos dentro de la cárcel.

Los internos compran con eso bebidas, alimentos y golosinas en los supermercados cercanos por medio de los sistemas habituales de compras por Internet, para lo cual tienen a disposición una salita con computadoras dentro de la cárcel.

Las mujeres suelen destinar más del 70% a sus familias, señalaron las fuentes del Ministerio de Justicia.

Para trabajar, los reclusos suelen capacitarse dentro del penal a través de convenios con el Ministerio de Trabajo y los sindicatos de la Uocra (construcción) y Smata (mecánicos).

Los trabajos que se hacen, por lo general, son productos textiles, ropa (para agentes del Servicio Penitenciario Federal) , muebles, zapatería, marroquinería, carpintería, metálica, herrería, artesanías, y cultivos (en el interior).

Muchos de esos productos luego son distribuidos dentro del penal o comercializados con otros penales o instituciones externas, a través del Ente Cooperativo Penitenciario (Encope), que llega a recaudar unos 200 millones de pesos anuales, según confiaron a LA NACION en el Ministerio de Justicia.

El jefe del servicio penitenciario es el Hombre Araña
Disfrazado

Hace un mes, durante una jornada en Devoto para las familias de los reclusos, Víctor Hortel -jefe del Servicio Penitenciario- apareció caracterizado como el Hombre Araña, junto a otros funcionarios disfrazados de superhéroes. Así vestido, hizo declaraciones a Canal 7, en las que defendió la política de "resocialización".

TRABAJO "EN SERIO"

Sin perder la seriedad, Hortel se sacó la máscara y explicó su plan de inclusión. "Esto permite a las personas que están privadas de la libertad, expresarse, estar alegres, estar contentos, porque eso en definitiva baja la conflictividad y el nivel de violencia. Y aporta para que podamos hacer un trabajo en serio".

Fuente: Mariano Obarrio | LA NACION

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