jueves, 11 de octubre de 2012

El crimen organizado transnacional y el Estado Nación (Tercera Parte)

Por, Grl. Br. (R) Heriberto Justo Auel
 
 
Dice un viejo proverbio militar: “Es preferible ser huésped que anfitrión. Es preferible retroceder un pie que avanzar una pulgada”. A esto se llama progresar sin avanzar, rechazar sin usar los brazos, replicar sin herir y vencer sin armas. No hay peligro mayor que desestimar al enemigo. Así se arriesga el tesoro. Por esto, el ejército más afligido por la guerra, alcanza la victoria”.

“El hombre al nacer es blando y flexible y al morir queda rígido y duro. Las plantas al nacer son tiernas y flexibles y al morir quedan duras y secas. Lo duro y lo rígido son propiedades de la muerte. Lo flexible y blando son propiedades de la vida. Por esto, la fortaleza de las armas es la causa de su derrota y el árbol robusto es abatido. Lo duro y fuerte es inferior y lo blando y frágil es superior. Nada hay en el mundo tan blando como el agua. Pero nada hay que la supere contra lo duro. Lo blando vence a lo duro, lo débil vence a lo fuerte. Nadie desconoce esta verdad pero nadie la practica. Por esto el sabio dice: “Aquel que asume todas las corrupciones de un reino, merece ser su soberano. Aquel que soporta todos los males de un reino, puede ser soberano del imperio”. Las palabras de la Verdad parecen paradójicas”. Tao Te Ching

 
A través de las últimas notas hemos intentado puntualizar y describir, en forma clara y sintética, la situación estratégica actual de América del Sur:
  • su riesgo estratégico: la pérdida del Estado-Nación
  • su enemigo: el narcoterrorismo.

 
Ambos fenómenos se incluyen y quedan totalmente “afectados” por la nueva guerra mundial “antiterrorista”, iniciada el 11 de septiembre del 2001 con la agresión del Crimen Organizado Transnacional al Imperio Global, triunfante en la Guerra Fría. Estamos en presencia de dos estructuras de poder que han colisionado sin atenuantes, como dos placas tectónicas que no encuentran puntos de contacto. Una de ellas ha resuelto dirimir la contienda a través de una inimaginable agresión, con fuerza. La otra reaccionó sin dubitaciones. Una aplicando la violencia sin auto-limitaciones, a través del macroterrorismo.
La otra, con un ágil giro actitudinal, a través de las normas agonales que lo definen y que regulan el empleo del poder y dela fuerza de sus sistemas, rápidamente puestos al día con la ley, en la medida que la nueva situación lo exige.

No debemos considerar solo el empleo de las estructuras de fuerza, sino a todos los factores de poder de los Estados seculares: políticos, económicos, psico-sociales y científico-tecnológicos. Es decir, se está “haciendo Gran Estrategia” sobre una situación inédita y con ideas inéditas, en una guerra diferente. Ello exige percepciones claras, autoestima cultural y alto nivel de resolución.

NUNCA ANTES UN ENEMIGO “SUICIDA” HABÍA DESAFIADO CON LA “HECATOMBE” Y AMENAZADO A LA LIBERTAD GLOBAL.
En nuestra región, el conflicto diluido, no militar, avanza silenciosamente, por vía delictiva y sobre la transculturación. Destruye a las dirigencias y produce el desgaste e infiltración en las Instituciones claves del Estado, para provocar su degradación y feudalización. Desde el punto de vista estratégico estamos en presencia de la instrumentación de una maniobra por “Aproximación Indirecta”, cuyos máximos exponentes han sido Sun Tsu, Mao, Liddel Hart, Grammsi y el propio Lenin, quien tuvo una lúcida visión sobre el tema, al expresar: “La estrategia más sana en la guerra consiste en aplazar las operaciones hasta que la desintegración moral del enemigo haga posible y fácil dirigirle un golpe mortal”.

Liddel Hart, modificó levemente este concepto central: “La estrategia más sana en cualquier campaña consiste en postergar la batalla y la táctica más sana en postergar el ataque, hasta que la dislocación moral del enemigo haga practicable la ejecución de un golpe decisivo.”

Es decir que: la idea central de la maniobra narcoterrorista actual, desde el punto de vista estratégico, consiste en buscar trastornar el equilibrio de nuestra sociedad y destruir el Estado-Nación. Dichos pasos han de darse antes del asalto al poder. Estas condiciones descansan sobre dos pilares claves de toda maniobra por aproximación indirecta: la dislocación previa y la explotación inmediata.
 
ES IMPOSIBLE ASESTAR UN GOLPE EFECTIVO AL ENEMIGO SIN HABER CREADO ANTES LA OPORTUNIDAD.
También es imposible lograr que el efecto sea decisivo si no se aprovecha la segunda oportunidad, que surge ANTES que el Estado pueda recuperarse.

Hace décadas que nuestros Estados están siendo destruidos por esta maniobra, en la que se amalgaman las drogas y el terrorismo, sin que muchos de nuestros “dirigentes” se “aperciban”. Hoy más que nunca la realidad diaria exhibe la debilidad extrema de nuestras instituciones. Nos hemos negado a ver la realidad, por ignorancia o complicidad. Estamos esperando, mansamente la estocada final, cual toro desangrado en el centro de la arena. La consecuencia será el progresivo ingreso al caos y la anarquía.
 
LA PÉRDIDA DE NUESTROS VALORES CULTURALES Y ESPIRITUALES.
La segregación o la disolución de la Nación. ¿Cómo se ha manifestado esta maniobra en la Región? : Brasil, con sus dilatadas “fronteras secas” con los países productores de coca, sus 8.511.959 Km. cuadrados de superficie y su singular topografía, está en el eje expansivo de los cárteles colombianos que necesitan los puertos sobre el océano Atlántico (además de Uruguay y Argentina) para la “exportación” a los centros europeos y norteamericanos. Ello le ha valido ser considerado como la futura “super-potencia narco”.

Las amenazas a los intereses brasileños incluyen el contrabando, que se extiende desde las armas a los animales exóticos; atentados directos contra el medio ambiente y la riqueza forestal; la minería del oro, la pesca y la caza ilegal y las actividades ilegítimas llevadas a cabo por los insurgentes y los narcotraficantes. Estas amenazas y hechos han preocupado al gobierno brasileño por más de una década, lo que se evidencia en el alto número de acontecimientos al respecto.

El empleo del narcotráfico por la guerrilla, para sostener la insurgencia colombiana, refuerza la amenaza a Brasil. Sus extensas áreas selváticas en el estado de Amazonas, surcadas con el sistema fluvial más grande del mundo y ubicadas adyacentes a otros países productores de drogas, han convertido a Brasil en un importante país de tránsito para las drogas destinadas a los Estados Unidos y Europa. Desde el territorio brasileño viene el importante suministro de productos químicos necesarios para la producción cocalera. El sistema fluvial es idóneo para el movimiento de grandes cantidades de kerosene, ácido sulfúrico, potasio permanganato y acetona, necesarios en el procesamiento de los cristales de clorhidrato de cocaína. La Zona de Libre Comercio en Manaus facilita el negocio de sustancias químicas, debido a la presencia de 256 empresas de importación de aquéllas, empleadas en el procesamiento de la droga. Los productos químicos legalmente importados son re-etiquetados para su entrega a laboratorios ilícitos en Colombia, Ecuador y Perú.

El andamiaje central para que el Crimen Organizado pueda desenvolverse es la penetración en los sistemas políticos. La estrategia más eficaz y confiable de las organizaciones criminales (y probablemente la más corrosiva, en lo que a la legitimidad del Estado se refiere) es mantener varios funcionarios estatales en PUESTOS CLAVES, en una lista regular de pagos, es decir, establecer verdaderas “redes de infiltración e información”.

Los círculos sociales, políticos y económicos que giran en torno al poder, a través de las relaciones de amistad o sobornos, puede posibilitar a los empresarios narcotraficantes accesos de alto nivel, para inhibir a los organismos de la seguridad y de la justicia. Se trata de una estrategia que, en ocasiones, puede ser más eficaz que la mera compra e infiltración de las autoridades superiores, con responsabilidades políticas.

Como paradigma tenemos el caso de Colombia: las campañas de bombas, secuestros y asesinatos desencadenados a partir de mediados del año 1989, por una parte del empresariado narcotraficante, tuvieron costos institucionales extremadamente altos para el Estado colombiano. De hecho, un reducido número de empresarios narcotraficantes, en unos pocos meses, logró desestabilizar a la sociedad y al Estado de una manera mucho más fulminante que el movimiento guerrillero en casi treinta años de lucha armada.

El imperativo categórico de la maximización de los beneficios se muestra, en ese caso, en forma contundente, sin ninguna ambigüedad. El mercado ilegal no es la cara opuesta de la racionalidad capitalista, sino que es la forma más descarnada que pueden adquirir ésos valores desnaturalizados. Se podría decir que el mercado ilegal es una “radicalización” de esa lógica capitalista, que no soporta contradictores u oposiciones para la realización de  sus fines: se derriban los posibles obstáculos que dificulten la consecución de sus fines, con “cualquier” medio.

Los grupos del crimen transnacional controlan miles de millones de dólares en activos. Su enorme poderío económico facilita la corrupción nacional e internacional. Socavan gobiernos y la transición a la democracia de las sociedades que devienen del socialismo o del autoritarismo. Minan los intentos de los países en desarrollo y en transición para desarrollar democracias y convertirse en economías de mercado libre. Ninguna forma de gobierno es inmune al desarrollo de las organizaciones criminales transnacionales, ningún sistema legal es capaz de controlar totalmente el crecimiento de ese crimen y ningún sistema económico o financiero está seguro frente a la tentación de obtener ganancias a niveles muy superiores a los que son posibles con las actividades legales.

Las consecuencias son aun más devastadoras en las sociedades en transición, donde el pueblo trata de establecer la democracia, la autodeterminación y el imperio del derecho.

El crimen organizado ha penetrado algunos Estados, desde el nivel municipal hasta el federal, a través del financiamiento de campañas políticas y la elección de sus miembros como parlamentarios. Los grupos criminales han designado funcionarios de gobierno. En algunos casos, han suplantado al Estado al proporcionar la protección, el empleo y los servicios sociales que ya no pueden obtenerse del nuevo gobierno que lucha por sobrevivir.
El daño producido por el crimen organizado es total. La corrupción y la penetración del crimen organizado en el sistema político impiden la aprobación de nuevas leyes necesarias
para las transformaciones de las débiles democracias regionales y para la organización de los mercados libres. Una autoridad impositiva corrupta y los vínculos del personal del gobierno con el crimen organizado, privan al Estado de los ingresos que necesita para sostenerse. Cantidades substanciales de ciudadanos han perdido la fe en la integridad y capacidad del proceso legal y en la capacidad de sus gobiernos para cumplir con sus obligaciones básicas, tales como el pago de salarios, beneficios jubilatorios o el cuidado de la salud.

Pero el costo inaceptable de esta sorpresiva y presente agresión estratégica, es la degradación y destrucción de la identidad cultural de las generaciones jóvenes, que ven cegado su futuro y truncadas sus esperanzas de progreso. Debemos recuperar moralmente a nuestra sociedad y sus instituciones. Hemos perdido sucesivas generaciones de jóvenes en las últimas décadas. En los 70’, embarcados en la borrachera ideológica que destruyó a los hogares de clase media, en la locura subversiva. Ello ha dejado profundas secuelas sociales e institucionales, cuya incomprensión hoy impide la rehabilitación plena del Estado-Nación. En los ‘80 pos-Malvinas, hasta hoy, los jóvenes fueron pasto de las drogas. Como en EEUU con la guerra de Vietnam, se creó entre nosotros un ambiente de desesperanza moral que hizo grave daño entre los jóvenes. Progresivamente se desintegró el sentido de orgullo nacional y de confianza en el progreso futuro de la Argentina.

No asumir esta realidad es negarnos a nosotros mismos la posibilidad del desarrollo sostenido de nuestro país y por ende de toda la región, que en definitiva es la única herramienta perdurable que nos permitiría destruir o por lo menos contener al flagelo más complejo del siglo que comienza. Nuestra joven Nación se lo merece. La inexorable llegada de la Guerra Mundial Antiterrorista a nuestra América, para enfrentar el flagelo narcoterrorista, dada la profundidad de la crisis general que nos envuelve y en particular la indefensión del Estado Nacional frente al desarrollo que el enemigo ha logrado, nos coloca en posición de total incertidumbre.

 
Fuente: Instituto De Estudios Estratégicos De Buenos Aires el Crimen Organizado Transnacional y El Estado Nación

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